// Desata polémica grito de “¡puto!” - Panorama del Pacifico
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Ante el debate de si se debe multar a los equipos cuando sus porras exclamen palabras homofóbicas en los partidos, colaboradores de MILENIO nos dan su punto de vista.

Femexfut recibió desde hace tres días carta de FIFA por grito homofóbicomilenio.com

Luis González de Alba

Cuando Hugo Sánchez jugaba con el Real Madrid los del equipo contrario le gritaban ¡indio!: el más burdo insulto para un jugador mexicano en España. Luego, ¿indio es un insulto? Depende… Si decimos que Benito Juárez fue un presidente indio es un dato.

Hugo Sánchez es un mexicano sin rasgos indios: tiene, para empezar, el pelo muy rizado, su color es un moreno medio, común en la propia España, su estatura 1.75. Indio era un poco imaginativo insulto. Nadie en México lo justificó con base en los “usos y costumbres” españoles ni como parte del entusiasmo del futbol.

La moda mexicana de gritar ¡puto! al portero que despeja es un insulto sin atenuante. Les parece divertido el grito, como a los españoles les parecía el de indio. No es inocente: un joven que siente atracción por el guapo de su escuela y sabe cuál será el grito del acoso, ocultará su orientación destruyendo su vida.

Debemos pararlo ya. Y una multa al equipo hará pensar a los putos (en el sentido amplio mexicano) que se acogen al anonimato del estadio.

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Braulio Peralta

En México puto es sinónimo de cobarde cuando dicen: “Eres un puto, te rajaste”. El movimiento homosexual, desde los 70, asumió la palabra para quitarle lo ofensivo. La respuesta era contundente:

—Sí, soy puto, ¿y qué?

Perdía su connotación denigrante:

—Puto, putote, te gusta el pitote.

—Pues sí, me encanta y refascina.

La risa o la madriza —y hasta la muerte— es lo que sigue, depende del grado de homofobia.

Aún ofende a travestis, transexuales o afeminados. Por eso las leyes contra la discriminación.

En el futbol es una palabra común, de gente irritada. La rabia no piensa.

Nadie debería cortarse las venas por una palabra, salvo por la intención de ofender. Francisco de Quevedo la usó en el siglo XVI: “Más llámenme a mí puto enamorado,/si al cabo para puta no os dejare;/y como puto muera yo quemado”.

Conclusión: Todas las palabras pueden denigrar: depende del tono y la intención con que se digan. Así que cuidado con el tono y la civilidad.

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Héctor Aguilar Camín

El grito de“¡puto!” por parte de los aficionados en un partido de futbol —que ha derivado en polémica por una posible sanción para la selección mexicana por parte de la FIFA— es gandallismo colectivo, muy lamentable, una ocurrencia de muy mal gusto y que se ha vuelto un distintivo para mal de la afición mexicana, la cual tiene muchas otras virtudes.

No sé cuál es la gracia que encuentran los aficionados de México, atenta contra el respeto elemental que se deben así mismo, al juego y al estadio. Es un acto de un partidismo plebeyo, un poco idiota y muy ofensivo para el equipo visitante.

Son actos en que incurren las masas, en que todo el mundo escondido en el anonimato pueden dar salida a sus pasiones más bajas y a sus ocurrencias.

Me gustaría que hubiera que una sanción para que los aficionados tomáramos noticia de que esos son actos de gandallismo colectivo que no deben ser parte de su comportamiento como aficionados ni como ciudadanos.

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Roberta Garza

No me parece intrascendente que los hinchas en pleno le endilguen nomás por convivir el grito de puto al adversario. Hay usos y costumbres pamboleros que son tan inexcusables como los de algunas comunidades indígenas, y de la misma manera deben ser acotados.

Ahora bien, si la vamos a hacer de tos, que sea parejo: comencemos por exigir a Blatter que cancele el Mundial de 2018, a celebrarse en Rusia, que declaró ilegal la apariencia homosexual —sí, la apariencia: pueden serlo, dicen las autoridades, nomás no parecerlo porque es mal ejemplo para los niños—, y el de 2022 en Qatar, donde la homosexualidad está penada con la cárcel.

Sospecho que el asunto no va a prosperar: cuando se dio la elección del país árabe se le preguntó al presidente de la FIFA qué pensaba del riesgo allí para los jugadores gay, a lo que contestó: “Creo que es mejor que se abstuvieran de practicar sexo”.

Me pregunto si el grito de los aficionados no se está dirigiendo a la persona equivocada.

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Fernanda de la Torre

Los gritos han existido en los estadios desde siempre y la emoción deportiva no es necesariamente políticamente correcta. Muchas veces he oído cuando estoy viendo un partido de futbol con amigos frente a la televisión que alguien exclama: “Está jugando como vieja” y no me he sentido ofendida.

Personalmente creo que el tono y el sentido que damos a las palabras es mucho más importante que la palabra en sí; prefiero que me digan palabras altisonantes que una frase con tono condescendiente como: “No puede usted comprender el juego de futbol porque es una damita”.

Considero que usar la palabra puto en una cancha mundialista no tiene ni remotamente una intención homofóbica, es una expresión de frustración, como muchas que se profieren en las canchas y están permitidas todavía.

Si seguimos en este camino de la exagerada corrección política en los partidos, no se va a poder decir nada salvo “¡Sí!” (aplauso), “¡No!” (golpe suave de frustración en la frente), y punto. ¡Qué aburrido!

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