El mar se marchó, se alejó de las playas sólo para volver con más fuerza. Olas de hasta 18.5 metros de altura que se internaron en tierra de 7 a 8 kilómetros, destruyendo las pocas viviendas que en 1787 se ubicaban en las playas oaxaqueñas.El gran tsumani mexicano ocurrió en Oaxaca y destruyó todo a su paso, esta es la historia
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Eran las 11:15 horas de un miércoles 28 de marzo de 1787. El cerro de San Felipe cobijaba el Valle de Oaxaca mientras el convento de Santo Domingo de Guzmán, majestuoso e invencible, dominaba el paisaje.
Oaxaca se vio sacudido con el más violento sismo de la historia. El terremoto de mayor magnitud registrado en México asoló la ciudad de Oaxaca, 8.6 grados mecieron la tierra, hoy hace 231 años.
La Gazeta de México del martes 17 de abril de 1787 reproduce la narración del corregidor de Oaxaca, Joseph Mariano Llano, en donde describe de manera detallada las penurias que afrontaron los habitantes de la capital del estado, además de la visión de alcaldes de diversas regiones del país.
Portada de la Gazeta de México del 17 de abril de 1787 que da cuenta del gran sismo y tsunami en costas oaxaqueñas
El gran tsunami
Tomás Mollinedo, alcalde de Tehuantepec, informó a la Real Audiencia que el terremoto había desatado “una extraña conmoción de las aguas y un espantoso bramido del mar”. En su relato afirma que peces de gran tamaño y conchas nunca vistas causaron gran admiración en la gente.
En Igualapa, Guerrero, el alcalde reportó la conmoción causada por el tsunami, “11 pescadores fueron hechos pedazos por la furia de las aguas , los dejó colgados y metidos entre los palos de un monte que dista como una legua y media del mar, y de excesiva altura”.
Una legua hoy son 8.2 kilómetros.
Estos son las únicas personas fallecidas que se tenga conocimiento, pues el número de víctimas del terremoto de mayor magnitud en México son desconocidos.
Antequera en ruinas
Cinco minutos de un terremoto de 8.6 grados de magnitud soportó la ciudad. El corregidor, Joseph Mariano Llano y los alcaldes, quienes se hallaban en audiencia en las Salas reales, se vieron oblligados salir a la Plaza Mayor, cuando otro movimiento telúrico los sorprendió.
La gente comenzó a refugiarse en la plaza, observando los estragos de este brutal movimiento, la misma casa de gobierno, siendo uno de los edificios nuevos, sufrió cuarteaduras.
La cárcel quedó en ruinas. Los reos se apilaron en el centro de la construcción pidiendo auxilio, “enterado el corregidor y lleno de conmiseración exhortó y apercibió a los reos que se mantuviesen con toda quietud y sumisión y que se pondrían a salvo sus vidas, lo que ofrecido por ellos, procedió a extraer y poner en la plaza el número de doscientos veinte reos” (sic), detalla la Gazeta.
Lo anterior, no sin antes escuchar la voz del pregonero, quien advertía que al reo que buscara darse a la fuga sería castigado con el mayor rigor, pena de muerte. a misma pena se aplicó para los cómplices.
La barda y nichos del panteón de San Miguel fueron afectados; además se registró un incendio.
Los mismos problemas del presente
Nada ha cambiado en 231 años, pues muchos de los ciudadanos no querían salir de sus casas por miedo a perder sus pertenencias, llegando al extremo de obligarlos, comprometiéndose a salvaguardar los bienes.
Al quedarse las casas sin sus moradores, el corregidor ordenó la pena de muerte para aquellos que se dedicaran al saqueo. En una junta, los alcaldes, decidieron dividir la ciudad en nueve cuarteles, dando a ciudadanos distinguidos el mando de éstas.
De acuerdo con el relato del regidor, se buscó la manera de que no faltara alimentos en la ciudad ni sus alrededores y que estos mantuvieran sus precios, ordenando a la alhóndiga que surtiera de víveres a los que lo necesitarán.
Durante todo el miércoles, las réplicas no cesaron. El estudio Evidencia de un gran sismo tsunamigénico a lo largo de la zona mexicana de subducción, publicado en 2009, indica que hubo incluso de 7 grados de magnitud. Para el jueves 29, los sismos continuaron, lo que obligó, según la Gazeta a quitar todos los tejados para evitar accidentes.
El viernes 30 de marzo experimentaron otra réplica de grandes magnitudes, que derribó paredes y cornisas, las cuales ya estaban dañadas por el terremoto principal.
Templos, los más afectados
Cúpulas y templo cayeron a causa del sismo más intenso registrado en la historia reciente en el país. Como en 1931, 199 o 2017 y 2016
El templo de San Francisco fue una de las edificaciones con más daños registrados; quien reportó, pronosticaba que las torres se derrumbarían en los días siguientes, por lo que los imágenes religiosas fueron trasladadas al convento de Santo Domingo.
El martes 3 de abril un nuevo sismo empeoró las cosas, pues construcciones ya dañadas se vinieron abajo, además, la Catedral y el convento de la Merced sufrieron daños de consideración; haciendo buenos los pronósticos, una de las torres del templo de San Francisco se derrumbó.
El cerro de San Felipe lleno de agua
Las lluvias llegaron el sábado 31 y con ella la psicosis, “después de un grande huracán, siguió un fortísimo aguacero, y habiéndose divulgado la voz de que había reventado el cerro nombrado San Felipe, distante una legua de la ciudad, que en concepto de la plebe está llenó de agua por dimanar de él varias vertientes” sic, lo que causó terror y espanto.
Fue tanto el pánico que la gente huía despavorida abandonado sus “chozas y Xacalillos” sic, hacia otros cerros buscando misericordia. El corregidor, al ver tan alboroto, mandó corroborar dicha versión que resultó ser falsa, calmando los ánimos.
Durante una semana los oaxaqueños vivieron en plazuelas y campos despoblados a las orillas de la ciudad, sobreviviendo en las ruinas al terremoto que pasó a la historia como el más intenso que haya tenido epicentro en territorio mexicano.