// 25 de julio, día internacional de la mujer afrodescendiente - Panorama del Pacifico
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El día internacional de la mujer afrodescendiente se conmemora desde 1992, año en que se reunieron en república dominicana mujeres afrolatinoamericanas y caribeñas.Afromexicanos

Rosa Ma. CASTRO SALINAS
El día internacional de la mujer afrodescendiente se conmemora desde 1992, año en que se reunieron en república dominicana mujeres afrolatinoamericanas y caribeñas, quienes levantaron su voces para discutir, analizar y buscar soluciones al impacto diferenciado que viven las mujeres afrodescendientes en comparación con los hombres, puesto que en ellas se entrecruza el componente de género con su pertenencia a una raza/etnia, lo que potencia su situación de segregación. Ha sido precisamente la constatación de esta doble discriminación lo que impulsó a las mujeres afrodescendientes a poner sobre la mesa la grave problemática que las aqueja desde hace varios siglos, exigiendo que su agenda reivindicativa tenga respuestas con las especificidades necesarias y en los niveles que corresponde a todas las de Latino América y el Caribe.
Otro de los motivos para conmemorar este día es por el descubrimiento científico que se hizo en 1986, confirmado después con el análisis adn de los seres humanos de todos los continentes: África es la cuna de la humanidad. Así concluyó el equipo investigador de James Wainscoat: ¡todos y todas somos afrodescendientes! el primer grupo humano vivió en la región oriental de África que es hoy Etiopía, Kenia Tanzania hace unos ciento cincuenta mil años y luego se trasladó a Asia, Europa y las Américas hace unos cincuenta mil años.
Se estima que son aproximadamente unos 80 millones las mujeres que se reconocen afrodescendientes en América Latina y aún así hoy sufren un racismo terrible que no se les permite reconocer los grandes valores de su cultura y sabiduría.
A México llegaron los afrodescendientes hace aproximadamente cinco siglos, amén de otras teorías que sostienen que los negros llegaron antes de Cristobal Colón y a pesar de que sus aportaciones han sido muchas, las mujeres afromexicanas siguen viviendo en situación de rezago histórico. Por ende, la pobreza y marginación las afecta cada vez más severamente, impidiéndoles acceder a los recursos necesarios para vivir dignamente y participar de los beneficios del desarrollo. Sin embargo, esta discriminación tiende a ser invisible e ignorada para el resto de la población y lo más grave en los tres niveles de gobierno.
Por ello, en las últimas décadas se ha visto el surgimiento de numerosas redes y enlaces de mujeres negras destinadas a promover estrategias de acción y establecer articulaciones. En este contexto, y a raíz del primer encuentro de mujeres afrolatinoamericanas y afrocaribeñas realizado en República Dominicana el año 1992, se estableció el 25 de julio como día internacional de la mujer afrolatinoamericana y afrocaribeña, fecha que desde entonces es propicia para ampliar la toma de conciencia acerca de la opresión de género y raza/etnia que experimentan millones de mujeres en América Latina, en especial en aquellos países donde constituyen un alto porcentaje de la población total. Caso más representativo es Brasil y el Caribe, aunque población afrodescendiente se encuentra en la mayor parte de Latinoamérica.
Por otro lado, en el panorama internacional es importante destacar la reunión regional de las Américas, preparatoria a la conferencia mundial contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y otras formas de intolerancia, realizada en Santiago de Chile en el año 2000, la cual fue uno de los escenarios donde los pueblos afrodescendientes tuvieron un avance histórico, logrando que sus problemáticas y necesidades fueran explícitamente reconocidas y vinculadas a la presencia de un racismo estructural propio de la región.
En la declaración oficial, además, se visibilizó el hecho de que el racismo, la discriminación racial y la xenofobia se manifiestan de forma diferenciada en las mujeres, empeorando su situación de desigualdad social, económica y cultural, todo lo cual desconoce y viola sus derechos humanos. Y lo más importante: se reconoció, paralelamente, a las mujeres afrodescendientes como actoras y como sujetas de políticas y de compromisos gubernamentales. De esta forma, en un escenario internacional propiciado por Naciones Unidas se logró identificar a los pueblos afrodescendientes, y a las mujeres en particular, como un sector prioritario en la lucha contra el racismo, la xenofobia y todas las formas conexas de intolerancia. Lo que no se había logrado en Nairobi, en Viena, el Cairo o Pekín.
Sin embargo, las mujeres afrodescendientes siguen pensando que este reconocimiento no ha sido completo. Existen aún numerosos escollos que no permiten que las problemáticas de las mujeres afrodescendientes formen parte de una agenda amplia y compartida con el movimiento de mujeres y feministas. Y esos escollos se relacionan con la incapacidad de reconocer que las mujeres negras, además de su género, deben enfrentar muchas otras segregaciones por su raza, lo que potencia y agrava su vulnerabilidad en el campo de la salud, de la educación, del trabajo, del acceso a la vivienda, etc.
Aquí cabe preguntarnos, ¿cómo no es posible percibir que las mujeres negras en Latinoamérica han sido violentadas por políticas de población etnocidas que han experimentado selectivamente en sus cuerpos?
¿Cómo no reconocer que la violencia sexual recae con especial saña en ellas, y que los estereotipos que persisten en nuestras sociedades respecto de las mujeres negras la fomentan aún más?
¿Cómo no constatar que son ellas quienes ejercen los trabajos más precarios y peor pagados, y que siempre ganan menos que los hombres, pero también menos que las mujeres blancas?
¿Cómo no advertir que sus indicadores de salud son los peores, en especial su salud reproductiva, y que hay patologías que las afectan con especial fuerza?
Las violaciones y atropellos a la vida y cuerpos de las mujeres negras nunca serán lo suficientemente visibles si el movimiento de mujeres y feminista en general no se hace también partícipe de su denuncia. Si no se incorporan las agendas de las mujeres negras dentro de la agenda feminista, el discurso dentro de sus discursos. Solo así, cuando se reclame la ciudadanía de las mujeres, se estará reclamando también la ciudadanía de las mujeres negras en igualdad de condiciones con las mujeres blancas, con las mestizas o indígenas.
Solo así, cuando las mujeres ejerzan como protagonistas de los cambios sociales y políticos, también lo harán las mujeres negras, respetando su identidad cultural y sus reivindicaciones históricas como afrodescendientes.
Retomando lo señalado por Epsy Campbell, diputada costarricense afrodescendiente y activista, en uno de sus muchos documentos: “género y etnia son indivisibles en nuestros planteamientos, propuestas y denuncias. Nos autodefinimos como mujeres negras, que han sido las características para nuestra exclusión y será, como mujeres negras que impulsemos una propuesta desde nuestra identidad de género, de etnia y por supuesto de nuestra situación socio-económica para contribuir al cambio de Latinoamérica”…
En México y especialmente en la costa de Oaxaca y Guerrero desde hace más de quince años se ha venido desarrollando un movimiento de pueblos negros, donde mujeres y hombres afromexicanos han luchado por dejar de ser invisibles a los gobiernos y la población oaxaqueña y guerrerense. Arduo trabajo que han realizado desde las diferentes organizaciones como son: México Negro a.c., Época a.c., Ecosta Yuu Tu Cui, entre otras. Finalmente después de catorce años de trabajo organizado y de visibilización del rezago histórico en que han vivido durante siglos, el año pasado se logró el reconocimiento constitucional estatal, sin embargo, aún queda mucho trabajo por delante para el logro del reconocimiento constitucional a nivel federal.
Cuando esto se logre, especialmente las mujeres afromexicanas seguirán teniendo un gran reto por delante, trabajar organizadamente para lograr mayor participación en la toma de decisiones en sus comunidades y en sus estados, solo así podrán conquistar esos derechos de los que todo el mundo habla, pero que las mujeres afromexicanas de Oaxaca y Guerrero siguen viendo de lejos aún…La organización de redes de mujeres afromexicanas y ahora de los consejos de mujeres afros en Tututepec, son y serán un referente para que las mujeres accedan a ese empoderamiento tan ansiado y que las pondrá a la par con otras mujeres…
Sara Lovera periodista mexicana afirma categóricamente que es necesario que las mujeres tengamos mayor participación en la toma de decisiones, pero para ello tenemos que hacer una profunda revolución mental y nos creamos que merecemos esos derechos que están ahí plasmados en las leyes, pero que en la realidad aún no se logran aterrizar. Es muy lamentable que las mujeres afromexicanas de la costa chica de Oaxaca, Guerrero y de otros estados, solo por el color de la piel sigan siendo excluidas en la educación, la salud, la vivienda, cuando antes que ser afromexicanas, son mexicanas, como lo establece la constitución política, por haber nacido en territorio mexicano…

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